Es difícil saber por dónde empezar cuando hablamos del arte oriental. Y es que abarca
muchas culturas y países completamente diferentes y al mismo tiempo muy similares
entre sí. Esto debido a que por estas tierras se fue creando una especie de red. Se partió
de un punto y poco a poco se fueron construyendo diferentes ideologías y formas de
expresión, dependiendo del área geográfica donde se encontrarán.
El día de hoy, me enfocaré en hablar solo de tres países, que a mi parecer son los más
representativos de esta increíblemente hermosa cultura.
Para comenzar, hablaremos de India. Y se preguntaran, ¿Por qué India? Porque cuenta
con una de las culturas más misteriosas que existen, conforme más se estudia, se
descubre que no tiene una cultura básica única. Para entender más fácil esto, podemos
decir que es como un telar, está constituido por algunos hilos bastante complejos, su
influencia cultural ha llegado hasta nuestros días creando un intricado modo de vida y un gran pueblo.
La mayor fuerza cultural de la India, fue sin lugar a dudas la escultura, esto no solo se veía en sus artesanías, también contaban con grandes obras arquitectónicas y una
organización urbana muy adelantada a su tiempo, con edificaciones de ladrillo, albercas, desagües, estanques, murallas, monasterios, entre otras muchas formas de expresión dónde principalmente plasmaban a Buda.
Ahora pasaremos a hablar de China, esta fue una civilización sumamente avanzada y sobre todo influyente para el resto de Asia Oriental, su cultura tiene una identidad propia y es que se formó separado del mundo occidental, enfocándose en crecer ellos mismos para posteriormente llevar lo suyo a otros.
Su arte estuvo muy enfocado en materiales como bronce, piedras de jade, cerámica y la ornamentación laqueada. Para ellos, la arquitectura era un arte, y es que eran pocos los que podían disfrutar de ella, prácticamente un lujo. Asignaban colores a los templos dependiendo de a que estaba dedicado dicho templo y prestaban mucha atención en su construcción, cuidaban aspectos como el número impar de tejados y escalones, la ubicación, la brisa, las siluetas engarfiadas o erizadas entre otros muchos pequeños detalles que no pasaban por alto.
La escultura en China floreció a partir del siglo 1, esto debido a su repentina devoción del budismo, sin embargo, con el paso de los años, fueron adaptando a la imagen de buda para que fuera más parecido a su gente, retratándolo con una figura más esvelta y ojos más rasgados, esto con la intención de hacer que el pueblo se sintiera más identificado con él.
Hablar de Japón, desde el principio de los tiempos es hablar de minimalismo, para ellos, el arte de vivir se basa en ser feliz con las cosas simples y con el placer de experimentar bajo el encanto de momentos aparentemente comunes. Se utiliza un mínimo de líneas para representar lo que quiere expresar. Con una simplicidad desbordante de riqueza, fruto de un largo aprendizaje de disciplina, de rechazo a todo aquello que es bajo y efímero.
Los colores que se utilizaban en gama de azules, rojos y amarillos. Las primeras referencias pictóricas de Japón pueden vislumbrarse en las cerámicas y murales pintados con diseños geométricos simples del período prehistórico Jomon.
En el período Nara, la dinastía china Tang influenciará el estilo de la pintura japonesa
religiosa y de la corte.
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